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Gastronomía – Sal del Himalaya

Muchos crecimos con el entendido de que la sal común, Cloruro de Sodio, se obtiene en plantas que procesan el agua de mar para obtener
ese blanquísimo condimento esencial en la dieta diaria, quizá el más antiguo en la historia de la humanidad. La verdad es que solamente
una parte de la sal consumida en el mundo viene de allí, pues hay otra que se origina en minas bastante distantes de las costas marinas.
En Venezuela, por ejemplo, la sal se produce en plantas costeras, como son la de Los Olivitos y la de Araya. En Ecuador la sal proviene
de la planta costera de Salinas y también de la mina de Guaranda, a más de 100 km de la costa, en el Océano Pacífico, a 3.000 metros
sobre el nivel del mar. Y en Colombia, además de la planta costera de Manaure, es famosa la mina de Zipaquirá, a más de 200 km
de la costa más cercana, en el Océano Pacífico, y a una altura de más de 2.000 metros. Allí se ubica la célebre Catedral de Sal,
una atracción turística de renombre.
Así, hay quienes al visitar de una mina de sal se preguntan cómo es posible que eso exista tan lejos del mar y llegan a imaginar
que alguna vez el mar anegó esas localidades (casi con playas a un lado de Chimborazo y Monserrate!). La verdad es que el origen
de esas minas se remonta a la antigua época cuando se formó la corteza terrestre, a partir de los movimientos de las placas tectónicas,
los cuales propiciaron la reubicación de millones de toneladas de sal entre cordilleras como Los Andes y El Himalaya, a continuación
de la evaporación del agua con las temperaturas de entonces.
El Himalaya es un sistema montañoso de Asia, que se extiende por países como China, India y Pakistán. Especificamente,
en este país existe una mina de sal, cuya composición incluye minerales que le dan una coloración rosada a su producto.
Se trata de cantidades muy pequeñas de Calcio, Hierro, Magnesio y Potasio, además de Estroncio y Molibdeno, que en conjunto
causan esa llamativa tonalidad y no están presentes en otras minas en la misma proporción.

En los últimos años, la Sal del Himalaya ha tenido una exitosa penetración de mercado, por su vistosidad y sus características
gastronómicas. Ilustrativamente, éstas se pueden apreciar aderezando una sencilla Ensalada de Lechuga con aceite de oliva,
pimienta recién molida y un toque de esta sal, preferiblemente también recién molida –cantidades al gusto de cada quien-.
Lo que resulta es una verdadera golosina multi.sensorial!
Nota: Hay lagunas de salinas y plantas costeras que pueden lucir coloraciones rosáceas por efecto de algas y crustáceos que allí
habitan, así que la sal ahí producida deba tener alguna coloración, como pasa en la salina de Las Cumaraguas en Venezuela.
Es un bonito paisaje y nada más!
SaludEs!