Entre los temas más recurrentes en las conversaciones y publicaciones sobre
Gastronomía, uno de los que resaltan es el de la frecuencia
de comer alimentos de origen animal, con una gran variedad de opciones que abarca partes propias de
los animales –digamos las carnes-,
y lo que ellos ‘producen’ –digamos
leche, huevos, miel y demás-, más sus derivados. La frecuencia va desde un
rotundo ‘nunca como eso’
hasta expresiones al estilo de ‘si no hay carne, quedo fallo’.
En términos generales, quienes no comen ningún alimento animal son Veganos; quienes sólo dejan
de comer carnes e ingieren leche,
huevos, miel y sus derivados son
Vegetarianos; y hay un tercer grupo, más flexible, conformado por los
Flexitarianos, que consumen
alimentos animales ‘de vez en cuando’.
Veganos
y Vegetarianos en general tienen argumentos válidos, en cuanto al efecto que
tiene la ingesta de alimentos animales en la salud,
lo cual es todo un tema
separado. Otras razones históricas en el mismo sentido son de tipo religioso e
incluso ético y moral. Y a todo eso
se le suman planteamientos de peso,
asociados con el ambiente, que han generado serias reflexiones. Por un lado, la actividad ganadera,
por
ejemplo, es de alto impacto ambiental, porque requiere enormes extensiones de
tierra, utiliza mucha agua y emite cantidades de gases
de efecto invernadero. Por el otro, gran parte de los recursos usados en comida para
animales se podrían dirigir a alimentos para la gente.
Así, en los países desarrollados, cada vez se nota más la presencia
de sustitutos vegetales de las carnes y existe una tendencia creciente
a mirar el
Vegetarianismo como una buena opción, para mejorar la salud, proteger los
animales y reaccionar ante los efectos ambientales.
Por ejemplo, en los restaurantes de los Disney Parks de Los Ángeles, Orlando, París
y Shanghai se ofrecen platos Veganos, desplazando
en cierta medida a las
hamburguesas, los perros calientes y los muslos de pavo. En Portugal hay menús Vegetarianos en los comedores
públicos. Y en Lyon, Francia, se suprimió la carne en las
cantinas escolares.
Sin
embargo, a nivel mundial el consumo de carne de res y de pollo va en aumento, tanto
por el aumento de la población como porque
ha crecido la clase media en países
como China y otras economías emergentes.
Para
quienes viven de sus vacas o sus gallinas, un mundo Vegano suena absurdo y también
para quienes trabajan en la producción
de alimentos para todo tipo de ganado,
al igual que para las empresas de la industria cárnica mundial y para los
países donde las carnes
son rubros relevantes, como Argentina, Australia,
Brasil, Estados Unidos y Nueva Zelandia. Como referencia, en el mapa.mundi anexo
se distinguen los
países con más y con menos ingesta cárnica.
A nivel
global sería recomendable comer menos carne. El planeta estaría mucho mejor y
la gente sería más saludable. Y lo más realista
sería que la gente se vuelva
Flexitariana; es decir, que consuma carne con sensatez, tomando en cuenta la
necesidad de los aminoácidos
esenciales, vitamina B12 y minerales como el
Hierro, ausentes en las dietas Veganas.
Personalmente,
mantuve una dieta Vegetariana a los 15 años, durante 1 semana, y a los 45 años,
durante 2 meses. Fue interesante
la Vivencia de valorar mejor la variedad de
sabores, aromas, texturas y formas de uso y presentación de los alimentos vegetales,
notoriamente mayor que la de los alimentos animales. Y en ambas ocasiones me
sentí bien de salud y mejor, por la Idea de haber
comprobado los distintos
beneficios de esta opción gastronómica. Aunque volví a la dieta habitual,
practicamente Flexitariana,
por evitar las complicaciones naturales de la
cotidianidad, conservo la inclinación al disfrute de unos vegetales bien
preparados!
Nota: El alcance de lo expuesto no toma en cuenta factores económicos como la
disponibilidad de carnes en general y el poder
adquisitivo de la población en
cada país; de otro modo, el enfoque sería otro y la extensión de este escrito
sería mucho mayor.
SaludEs!