Originalmente, la Guía Michelin era una publicación Francesa con
mucha publicidad y algunas reseñas turísticas de ese país; se le daba gratuitamente
a quienes compraban
los cauchos (llantas o neumáticos) de la empresa Michelin, cuyo nombre
era el apellido
de su fundador Édouard Michelin. Su hermano André se encargaba
de la producción
de la guía y gradualmente identificó que a los clientes les
agradaba cuando las reseñas turísticas se referían a aspectos gastronómicos,
por lo cual fue orientando su contenido
a hoteles y restaurantes del país, que de
algún modo se diferenciaban de los demás.
Con el tiempo, la guía dejó de ser gratuita y creó un sistema de
reconocimiento para destacados hoteles y restaurantes, con el otorgamiento de
1, 2, ó 3 estrellas, de acuerdo
con evaluaciones efectuadas de forma anónima y
sistemática. Progresivamente, la guía adquirió una imagen bastante respetable en su tema
y llegaba a un target que apreciaba
la información que
contenía, siendo a ser de gran valor su actualización anual. Además,
su alcance fue más allá del país de origen y en la actualidad cubre los
principales países
del mundo en el tema gastronómico.
En cuanto a los restaurantes, las exigencias básicas de los Inspectores
se traducen en
‘ser bueno
en todo’. El lugar per se, la sala, la carta, la cocina, los platos, el
ambiente en general y la atención se valoran cuidadosamente. En especial, se observan detalles como
la selección de los productos utilizados, el dominio de
técnicas culinarias, la creatividad,
las características propias de los platos,
el ambiente organizacional -esté o no el chef principal-, la relación
calidad/precio y la
constancia de producto global en cada visita.
La interpretación del reconocimiento dado a los restaurantes con estrellas Michelin es
de lo más interesante -y el enfoque hasta se podría extender a otros ámbitos de la vida!-.
Así, cuando uno se topa con un restaurant calificado con 1 estrella, puede
estar seguro de que se trata de un lugar muy bueno en su categoría,
diferenciado de los que podrían ser
sus competidores. Si el establecimiento
tiene 2 estrellas, no hay dudas de que la comida,
el confort y el servicio serán
excelentes y valdría la pena desviarse, si estuviera fuera de
la ruta prevista.
Ahora, cuando un restaurant ha logrado 3 estrellas, se justifica un viaje
especial para conocerlo, pues estamos hablando de un sitio excepcional que
sobresale
en todos los aspectos con creatividad y esmero!
Tal vez un criterio parecido
se podría utilizar en situaciones en las que se deben tomar decisiones de
cierta relevancia, valorando el costo y el beneficio, en cada caso!
SaludEs!